La primera vez que abrí este espacio, lo hice con hambre de crear.
La segunda, con la necesidad de volver a mí.
Entre medias, me perdí en plataformas donde lo urgente siempre le gana a lo importante.
Publicaba. Compartía. Respondía.
Y un día, sin decir nada, me fui.
No fue un cierre dramático.
Fue una retirada suave.
Como quien se da cuenta de que ya no está escribiendo desde el centro, sino desde la velocidad.
Y ahora he vuelto.
No para producir.
Sino para quedarme.
Estoy construyendo algo que no se mide en números.
A principios de este año me hice una promesa:
crear con más presencia,
compartir con más intención,
y proteger mi energía como si fuera mi casa.
Substack fue la respuesta a esa promesa.
Aquí no me importa ir despacio.
Me importa ir profundo.
Estoy construyendo un espacio donde se escriba con cuerpo.
Donde las palabras no busquen brillar, sino sostener.
Donde el silencio tenga tanto valor como la frase perfecta.
Este lugar no es una plataforma. Es un refugio.
Aquí caben muchas cosas:
El cuerpo que no siempre responde como queremos.
La mente que corre más de la cuenta.
La autoestima que se tambalea.
El deseo de cambiar sin tener que romperlo todo.
El permiso para estar confusa, sensible, cansada o ilusionada sin tener que justificarlo.
Escribiré desde el proceso. Desde lo real. Desde lo que también me duele.
Desde lo que estoy aprendiendo mientras acompaño a otras.
Desde lo que callamos cuando queremos parecernos a todo menos a nosotras mismas.
Este no es un espacio para lucirse.
Es un espacio para reconocerse.
No estoy empezando. Estoy volviendo desde otro lugar.
He creado mucho en los últimos años:
programas, retos, libros, comunidad.
He dado, he guiado, he sostenido.
Y ahora quiero quedarme aquí,
no para hacer más,
sino para decir mejor.
Si alguna vez has sentido que no encajas en la rapidez con la que va el mundo, si sientes que necesitas espacios que abracen en lugar de exigir, puede que este rincón sea también para ti.
Por si acabas de llegar y no sabes quién soy…
Me llamo Andrea Martínez Pellicer.
Soy psicóloga, escritora y mujer en construcción. Mi tarita es que no paro de hacerme preguntas, no me estoy quieta y eso te podrás imaginar que a veces…agota.
Acompaño a otras personas a través de trabajos grupales e individuales (en su gran mayoría mujeres, eso no quita que hay muchos Zarandeadores en la sala, cade vez más) a escucharse, a cuidarse, a recordar(se).
Pequeño apunte: llamo a las personas que acompaño Zarandeadoras.
Hago retiros maravillosos que son Experiencias disfrutonas, llenas de calma y paisajes bonitos. El próximo es en el desierto, en Marruecos (¡qué nervios).
Escribo libros de autoayuda (autopubliqué el primero y ahora acabo de entregar el segundo con editorial).
Y creo contenido en redes sociales, me encontrarás muy presente en Instagram y en Youtube.
Amo el café latte con leche de avena, leer, mover el cuerpo (desde el yoga hasta correr km y km o levantar pesas) y escribir como si fuera un hogar que siempre espera.
Mi obsesión —y mi brújula— es aprender a vivir de formas más calmadas, más honestas, más presentes. La ansiedad me ha visitado en varias ocasiones en mi vida, de ahí, mi impulso a compartir y ayudar a personas que lo necesiten.
No creo en los atajos.
Creo en los caminos con sentido.
En las preguntas que incomodan.
En las respuestas que no siempre llegan rápido.
En el coraje suave de quien decide ser ella misma sin permiso.
Gracias por estar.
Gracias por volver.
Gracias por llegar.
Este espacio está construido con palabras,
pero lo que lo sostiene es otra cosa:
la intención de hacer de la escritura un refugio compartido.
Y de cada lectura, una forma de volver a ti.
Si este texto te ha acompañado de alguna forma, puedes suscribirte para recibir los próximos directamente en tu bandeja. Es gratuito. Y si alguna vez te apetece apoyar este espacio, sabrás cómo hacerlo.
A veces sigues creando por inercia y ni te das cuenta de que ya no lo haces con ganas de verdad. Parar y resetear, aunque parece una tontería, es lo que hace que lo que compartes vuelva a tener sentido para ti y para tu gente.